martes, 8 de noviembre de 2016

DE LA CIUDADANÍA O LA BARBARIE

Son complejos los momentos que en Venezuela hoy vivimos. Una terrible pugna entre la civilidad representada por nosotros mismos, y la barbarie de quienes solo creen en la violencia, el miedo y la fuerza.

Por un lado los venezolanos y la MUD pedimos revocatorio, elecciones generales anticipadas, la mediación del Vaticano, el respeto a la Constitución, amparados en el ejercicio de nuestros derecho a la manifestación pacífica; por el otro, los representantes del régimen amenazan, persiguen, encarcelan a nuestros muchachos, mienten y   malversan los fondos de la Nación, en beneficio de ellos mismos y su pequeño grupo.

Nunca se quiso creer que un país tan rico en recursos y lleno de gente preparada pudiera llegar a tal nivel de debacle; nuestra gente muere en los hospitales por falta de insumos y medicamentos, mientras los responsables de aprobar los dólares para su adquisición disfrutan del lucro mal habido notoriamente y sin ningún tipo de pena ni consideración ante la dura realidad que se padece en el país; nuestros recién nacidos mueren en los hospitales por falta de productos para limpiar los espacios o porque no se consiguen los medicamentos para atenderlos; muchos venezolanos escarban en la basura para poder comer; esto era impensable hace algunos años.

El discurso cargado de odio y prepotencia de los representantes del régimen nos empuja hacia una confrontación fratricida; la negativa de Maduro de hacer los ajustes macro-económicos para poder atender una solución adecuada y sostenida a la crisis, incrementa la presión social relacionada con la escasez de alimentos y medicamentos, con la inflación galopante que se “come” nuestros sueldos.

La gente ante el desespero producto de la crisis han acudido al saqueo de camiones, que se ha vuelto ya una constante en nuestros ejes viales. Esto incrementa los costos de los productos y profundiza la escasez.

La Unidad consciente de esta terrible realidad, como representante real de las mayorías, propicia una salida Constitucional, Democrática, Pacífica y Electoral, representada en el Referendo Revocatorio Presidencial pautado válidamente para este 2016; la civilidad demostrada por el pueblo en los procesos de recolección de firmas y la reafirmación de voluntades del 1% dejó claramente establecida la ruta que el pueblo desea transitar para conseguir una salida a la crisis y no perder la poca ciudadanía que aun nos queda ante esta realidad que es arrebatada por la violencia y dejadez gubernamental.

Maduro y sus rectoras, luego de cualquier cantidad de invenciones e intervenciones, amparados en triquiñuelas pseudo-judiciales suspenden el proceso revocatorio, propiciando un aumento en la tensión social. Maduro, ciego al dolor y al sufrimiento de la gente, amenaza con la confrontación a quienes pedimos su revocatoria por vías Constitucionales.

Ante tanta barbarie, ante tanta indolencia, la Unidad sigue propiciando salidas civilizadas, y se sienta, por solicitud del Vaticano en una Mesa de Negociaciones con el régimen. El régimen solo asume ese espacio para oxigenarse.

Los venezolanos seguimos pasando hambre y necesidades; ante esto, el régimen insiste en la confrontación como salida política, pues la otra opción válida para ellos es nuestro sometimiento y nuestros silencio cómplice.

No creo en absoluto en Maduro y quienes lo acompañan, pero sí creo en la Iglesia Católica, que permanentemente pendiente a las necesidades de la gente acude en auxilio del pueblo venezolano, en un momento en que la barbarie intenta imponerse para preservar el Poder. Por eso aun apuesto a esa mesa de Dialogo como esperanza ultima de no perder la ciudadanía que aún queda en la mayoría de los Venezolanos y de aquellos que sin duda albergamos la espereza de que algo viable sacaremos de este duro pero aun no fracasado dialogo.

El próximo 11 de noviembre los venezolanos nos debatiremos entre la necesidad de conseguir una salida a la terrible crisis provocada por el régimen de Maduro, mediante vías civilizadas y Constitucionales, o someternos a la potencialidad de la barbarie inducida por el mismo régimen y Dios permita que nuestros lideres con cabeza firme nos conduzcan a la Salida viable que permita la construcción del cambio posible  que anhelamos la gran mayoría de los venezolanos.

Dios en su grandeza permita nos entendamos y nos ilumine en la construcción  de un país mejor, sin odios, en paz y con la prosperidad que merecemos los venezolanos y la cual se nos fue arrebatada por este saqueo revolucionario.

Iraida Villasmil

7 de noviembre de 2016

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