Son
complejos los momentos que en Venezuela hoy vivimos. Una terrible pugna entre
la civilidad representada por nosotros mismos, y la barbarie de quienes solo
creen en la violencia, el miedo y la fuerza.
Por un lado
los venezolanos y la MUD pedimos revocatorio, elecciones generales anticipadas,
la mediación del Vaticano, el respeto a la Constitución, amparados en el
ejercicio de nuestros derecho a la manifestación pacífica; por el otro, los representantes
del régimen amenazan, persiguen, encarcelan a nuestros muchachos, mienten y malversan los fondos de la Nación, en
beneficio de ellos mismos y su pequeño grupo.
Nunca se
quiso creer que un país tan rico en recursos y lleno de gente preparada pudiera
llegar a tal nivel de debacle; nuestra gente muere en los hospitales por falta
de insumos y medicamentos, mientras los responsables de aprobar los dólares
para su adquisición disfrutan del lucro mal habido notoriamente y sin ningún tipo
de pena ni consideración ante la dura realidad que se padece en el país;
nuestros recién nacidos mueren en los hospitales por falta de productos para
limpiar los espacios o porque no se consiguen los medicamentos para atenderlos;
muchos venezolanos escarban en la basura para poder comer; esto era impensable
hace algunos años.
El discurso
cargado de odio y prepotencia de los representantes del régimen nos empuja
hacia una confrontación fratricida; la negativa de Maduro de hacer los ajustes
macro-económicos para poder atender una solución adecuada y sostenida a la
crisis, incrementa la presión social relacionada con la escasez de alimentos y
medicamentos, con la inflación galopante que se “come” nuestros sueldos.
La
gente ante el desespero producto de la crisis han acudido al saqueo de
camiones, que se ha vuelto ya una constante en nuestros ejes viales. Esto
incrementa los costos de los productos y profundiza la escasez.
La Unidad consciente de esta terrible
realidad, como representante real de las mayorías, propicia una salida
Constitucional, Democrática, Pacífica y Electoral, representada en el Referendo
Revocatorio Presidencial pautado válidamente para este 2016; la civilidad
demostrada por el pueblo en los procesos de recolección de firmas y la
reafirmación de voluntades del 1% dejó claramente establecida la ruta que el
pueblo desea transitar para conseguir una salida a la crisis y no perder la
poca ciudadanía que aun nos queda ante esta realidad que es arrebatada por la
violencia y dejadez gubernamental.
Maduro y sus
rectoras, luego de cualquier cantidad de invenciones e intervenciones, amparados
en triquiñuelas pseudo-judiciales suspenden el proceso revocatorio, propiciando
un aumento en la tensión social. Maduro, ciego al dolor y al sufrimiento de la
gente, amenaza con la confrontación a quienes pedimos su revocatoria por vías
Constitucionales.
Ante tanta
barbarie, ante tanta indolencia, la Unidad
sigue propiciando salidas civilizadas, y se sienta, por solicitud del Vaticano
en una Mesa de Negociaciones con el régimen. El régimen solo asume ese espacio
para oxigenarse.
Los
venezolanos seguimos pasando hambre y necesidades; ante esto, el régimen
insiste en la confrontación como salida política, pues la otra opción válida
para ellos es nuestro sometimiento y nuestros silencio cómplice.
No creo en
absoluto en Maduro y quienes lo acompañan, pero sí creo en la Iglesia Católica,
que permanentemente pendiente a las necesidades de la gente acude en auxilio
del pueblo venezolano, en un momento en que la barbarie intenta imponerse para
preservar el Poder. Por eso aun apuesto a esa mesa de Dialogo como esperanza
ultima de no perder la ciudadanía que aún queda en la mayoría de los Venezolanos
y de aquellos que sin duda albergamos la espereza de que algo viable sacaremos
de este duro pero aun no fracasado dialogo.
El próximo
11 de noviembre los venezolanos nos debatiremos entre la necesidad de conseguir
una salida a la terrible crisis provocada por el régimen de Maduro, mediante
vías civilizadas y Constitucionales, o someternos a la potencialidad de la barbarie
inducida por el mismo régimen y Dios permita que nuestros lideres con cabeza
firme nos conduzcan a la Salida viable que permita la construcción del cambio
posible que anhelamos la gran mayoría de
los venezolanos.
Dios en su
grandeza permita nos entendamos y nos ilumine en la construcción de un país mejor, sin odios, en paz y con la prosperidad
que merecemos los venezolanos y la cual se nos fue arrebatada por este saqueo revolucionario.
Iraida
Villasmil
7 de
noviembre de 2016