Por
Iraida Villasmil
Anoche
el Zulia fue gratamente sorprendido por una lluvia renovadora que nos trajo el
agua añorada del cielo... ¡un sabroso chaparrón!, se dirían en otros tiempos.
Aquí
la alegría nos duró minutos, pues casi inmediatamente la ciudad quedó a total
oscuras y para terror de la vista de aquellos que tenían visual general de la
ciudad zuliana, reportaban fuerte explosiones por todos lados. Algunos llegaron a describir la noche como de
un verdadero horror eléctrico.
El
Zulia, que es la cuna del relámpago del Catatumbo, se ha convertido en la cuna
de todo tipo de vicisitudes. No podemos ya ni alegrarnos cuando el preciado líquido nos cae del cielo.
La verdad es que
ahora si entiendo lo que significó para la antigüedad la época de las siete
plagas, solo que nosotros tenemos ya dos décadas viviendo siete multiplicada
por siete.
Ya
hoy no puedo disfrutar de una simple lluvia, sin la angustiante carrera a
oscuras que tengo que dar por toda la casa desenchufando y protegiendo mis
equipos electrodomésticos.
No
sé si sentarme a contemplar y refrescarme con la naturaleza, sin la angustia de
enfrentar otro día sin electricidad o peor aún, pendiente que no explote el
transformador de nuestra esquina...
La
verdad que escribo esto y me pregunto de inmediato, ¿Cuándo fue que tuve un país y una vida
normal?
Al
igual que el agua produce destellos en los cercos eléctricos, tuve destellos de
esperanzas en mi alma de recuperar la vida que una vez viví en mi Maracaibo relampagueante!!!
Querida Iraida.Se puede sentir tu frustración y desasosiego. Sigamos rogando a Dios que podamos idear uan manera de salir de eso. Un abrazote. Adriana V.
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