Ciertamente el 8 de marzo se festeja
con mucho sentimiento Universal el día Internacional de la Mujer, pero cuando
hacemos una mirada retrospectiva de lo que la mujer y sus luchas han
conquistado es sencillamente fascinante, con lo cual se afianza el hecho que no
existe espacio o logro alcanzado sin que haya sido precedido por una imbatible
y perseverante lucha de la mujer y sus espacios, que han costado vidas, torturas
y cárcel.
De las más variadas características y
culturas, todo, todo, absolutamente todo lo que hemos alcanzado nos ha costado
sangre, sudor y lágrimas.
La historia esta ahí y puede ser leída
y repasada mil veces, y nos llevará a inferir por las difíciles circunstancias
por las que atraviesan las mujeres en diferentes países del mundo, donde hay
aun mucho por que luchar y conquistas que alcanzar.
La mujer Venezolana no escape de esa
realidad, sin dejar de reconocer todos los avances y logros también emprendidos.
Ahora bien, estos tiempos revolucionarios
han significado para la mujer un atrasado en la esencia cualitativa de su vida
y su entorno, pues nunca antes ha sufrido más, y nunca antes ha visto sufrir y
tenerse que separar de todo lo que significan sus querencias y posibilidades de
bienestar
Lo verdad del entorno perverso que rige
a la mujer venezolana en los actuales momento en una tragedia en toda su dimensión.
Solo miremos que se levanta muy temprano en la mañana para medio cocinar y
medio conseguir agua, hasta luz, si hay, para cumplir con el mínimo de obligaciones
hogareñas. Y luego prepararse a ver si el niño puede ir a estudiar o a producir
para comer. Probablemente, despedir a su pareja o hijo mayor sin saber si la delincuencia
se los devolverá con vida.
Y en medio de ello, la presión de tener
que definir qué comerá, qué conseguiré para poder comprar o cuál de sus hijos
comerá. Pero aun falta en este escabroso recorrido imaginarnos a esa madre que
recorre los hospitales en busca de la mejoría de algunos de los suyos.
Es la mujer venezolana la que ha tenido que enfrentar la muerte, la
hambruna y el desabastecimiento de medicamentos, es ella la que ha dado la
cara.
Pero qué decir de esa mujer que ha tenido
que recorrer las morgues y cárceles de este país, en la defensa de ese cuerpo
muerto o maltratado por el abuso de Poder que impera en estos tiempos
revolucionarios.
No perdamos de vista a esa mujer que
llora en los aeropuertos, despidiendo a los hijos o seres queridos, que en busca
de mejores destinos se separan de los suyos.
¿QUÉ CELEBRAMOS HOY LAS MUJERES VENEZOLANAS?
El hambre la violencia y las enfermedades
que enfrentamos día a día, atacan la integridad de lo más importante que
tenemos las mujeres: la familia. Esta revolución se ha caracterizado por hacer
poco o nada en su defensa mujer y en defensa de la familia; para esta
revolución la familia no es la prioridad, ya lo ha alertado en varios documentos
la Conferencia Episcopal Venezolana.
Las venezolanas estamos obligadas a
asumir la modernidad con toda su complejidad. Nuestra lucha es recuperar para
nosotras mismas y para nuestras familias la Paz y la Calidad de Vida que nos
han robado. Recuperar el derecho de sencillamente poder envejecer con cierta
dignidad y entre nuestros seres queridos
Tenemos el deber como nunca antes, al
igual que las mujeres de esa fábrica que con sus vidas dieron pie a esta
celebración, en medio de las vicisitudes, a cambiar esta triste realidad y este
devastador porvenir por uno mejor. Unamos nuestros sueños y nuestros esfuerzos
por cambiar esta realidad.
El futuro de nuestra Patria, de la Venezuela
por venir, necesita como nunca antes nuestra mayor presencia, rostros que
garanticen lo que a nuestros hijos les despojan hoy. Mucho por conquistar y
poco que celebrar como mujer.
Iraida
Villasmil
8-Mar-2017
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