Corría el año 2004 cuando ya se visualizaba en
el país la necesidad de Unidad frente a la lucha por lo que sería el reto
histórico de enfrentar la Presidencial contra Chavez luego del Referéndum Revocatorio
del 15 de agosto. Yo venía de mi lucha ciudadana en SEA y fue ahí que lo conocí,
y además lo invitamos a varias actividades dentro de esa titánica época de
lucha y advertencia política contra Chávez.
Cuando me pidió apoyo para unas actividades en el Zulia en el marco de ese triunvirato que se debatía entre Borges, Rosales y él, no dudé en ayudarle a montar un primer encuentro con mujeres que llevamos a cabo en el Hotel Paseo de Maracaibo, y una gira que amigas dirigentes de Santa Rosa de Agua hicimos por toda la zona. Ambas dos exitosísimas, y el estaba feliz con aquel resultado, especialmente el de Santa Rosa. Ahí comencé a conocerle y a tratarlo políticamente, pues mi experiencia en esas lides era muy corta. A partir de entonces y a pesar de que finalmente él no terminó postulándose para esa candidatura, los lazos de esos días siempre mantuvieron al estilo Petkoff, una amistad que nos permitía tomarnos un café en las oportunidades que coincidimos.
A él le debo su sabios consejo de no permitir jamás ni nunca que la vorágine política consumiera mi desarrollo intelectual y profesional, ”es lo que al final le queda"... Me animó a pesar de la responsabilidad que adquiría la lucha, a seguir mi Magíster y luego abordar todo los estudios a pudiera de Derechos Humanos, pues ya consideraba que estábamos atrasados en los temas de sus defensa. Como le agradezco a Teodoro “pegarme” unos cuantos gruñidos cuando se percataba que no escribía. A él también le debo haber perdido el miedo a equivocarme cuando expusiera por escrito lo que pensara: “Es el arte más difícil”, me dijo una vez, "pero aprenda desde ya a hacerlo, sino la historia la va a borrar del cuento"...
Me apoyó con sin igual ánimo en mi programa de TV, siendo de los primeros entrevistados, y no dudó en venir a Maracaibo para hacerlo.
Definitivamente lo especial de Teodoro era lo que sabía, no solo por su sapiencia, sino por la inigualable historia y experiencia que la vida misma le dio y la increíble oportunidad de aprenderlo, pero también él supo tomarlo y avanzar, ¡y bien q lo aprendió! Supo en su proceder de vida cómo traspasar y alimentar en otros la realidad de ello. Tengo excelentes amigos provenientes del MÁS y por ello hago referencia a su escuela política heredada.
Fue de esos leones que tuvo la Venezuela que destruyó esta generación de resentidos que se unieron al espejismo de Chávez. Teodoro los conocía muy bien y por ello se sentía obligado a no bajar la lucha a pesar de la edad y sus rodillas! ... los años le fueron dando la razón!!!
Directo y claro lo entregó todo sin miramientos, y por todo se la jugó como los hombres propios de su dignidad política e intelectual. Siempre estuvo muy consciente del monstruo que lidiábamos y más de una vez le oí decir la desgracia que además era el dineral que les entraba por el petróleo, “Esa va ser nuestra desgracia final, botar todos esos dólares y acabar al país”...
Nos tomamos el último café hace mas más de 3 años, pues felizmente me lo conseguí por Altamira. ¡Que alegría y que tristeza entonces!, pues ya la historia nos había hecho trajinar mucho y los resultados a penas se veían, sin abandonar su preocupación por todo el tema de la oscuridad económica que le venía al País.
No fue un hombre de pesimismo, sino de activismo y en ese último café me dijo al final, recordando mi piedad, “Dios nos permita ver una Venezuela unida por el progreso y la democracia que habrá que construir desde los cimientos”. No sé porque volví a decirle que él era ya un referente histórico para nosotros y me contestó: “No!!, Ni de vaina! Eso es para los que están muertos y a mi todavía me falta!”
Hoy saboreo con más cariño la suerte que esta lucha me ha permitido en medio de tantos sinsabores, conocer a hombres como él, y haberme podido tomar ese último café.